Martes, 15 2022 Febrero

Siempre he sido llevado de la mano de Dios: Manuel Laureano Mestra

Siempre he sido llevado de la mano de Dios: Manuel Laureano Mestra
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Hoy, 15 de febrero de 2022, queremos homenajear al miembro fundador de CECAR Manuel Laureano Mestra Díaz, quien cumple 85 años de edad, tiempo que le agradece inmensamente a Dios, con quien tiene una relación tan estrecha, que no duda en afirmar que siempre lo ha llevado de su mano para alcanzarlo todo.

Con su pausada y gruesa voz manifiesta orgulloso que desde muy niño fue un campesino sembrador de maíz y yuca al lado de su mamá, una aguerrida mujer a quien le tocó olvidarse de ella para trabajar arduamente y sacar adelante a sus 8 hijos luego de enviudar siendo joven.

“Mi madre siempre visionó un futuro diferente para sus hijos, especialmente para mí, recuerdo que me repetía una y otras vez: no quiero que seas sirviente de nadie, por eso, me mandó a estudiar a Lorica, Córdoba, tierra donde cursé hasta tercero de primaria”, expresó.

Dialogar con Manuel Laureano Mestra Díaz es comprobar que todo sacrificio trae enormes recompensas y que Dios y la vida premian a los diligentes, disciplinados y a quienes nunca se rinden para alcanzar sus sueños, ni siquiera si el mayor inconveniente es tener los bolsillos totalmente vacíos.

De Lorica pasó a Montería, a estudiar al Liceo Bolivariano y posteriormente empezó a cursar bachillerato en el Colegio Nacional José María Córdoba. Viviendo en esta localidad un magistrado de buen corazón que lo conoció le dijo que le conseguiría una beca para estudiar y efectivamente se la concedió, pero ese boleto de estudio tenía validez era en Tunja, Boyacá.

Por aquellos años, ya el joven soñador se había conseguido un trabajo y le contó al gerente su intención de viajar para seguir estudiando y de una le hicieron una colecta, con esa plata compró su primer vestido de paño y sus pasajes.

Mestra Díaz emprendió su itinerario y al llegar muy de noche y con hambre a la helada ciudad le dicen que el Instituto Pedagógico Industrial había sido trasladado para Duitama. Hasta allá llegó con su sencilla maleta cargada de ilusiones. Empezó a estudiar y como buen amiguero fortaleció muchos vínculos con sus compañeros de estudio, tanto así, que jamás imaginó que uno de ellos lo salvaría con una mentira para que no le fuera quitada la gloriosa beca con la que se formaba como bachiller.

En esa época la rivalidad entre conservadores y liberales predominaba en Colombia, y un cura que no miraba bien a los del trapo rojo, al que Mestra pertenecía hasta los tuétanos, empezó a indagar en la escuela. Cuando preguntó por él, su amigo gritó exclamó fuerte: Mestra, Mestra es un gran conservador. Se salvó por ese instante, pero al finalizar el año terminó descubriéndose la verdad y el joven perdió su beca.

La tristeza llegó, pero nunca perdió la fe y un funcionario del Ministerio de Educación, que lo conocía, le consiguió otra beca, esta vez para hacerse bachiller en el Instituto Técnico Industrial Pascual Bravo, de Medellín. Allí recibió el anhelado cartón.

Demoró 5 años sin estudiar en la universidad por falta de recursos, esa parecía ser su pesadilla sin fin.

Un día cualquiera se presentó en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá. Al ocupar el tercer lugar en la lista de aspirantes, se emocionó tanto que fue a hablar con el decano de la Facultad de Economía para contarle que no tenía plata pero sí ganas de superarse.

“Una de las grandes decepciones de mi vida ha sido escuchar a ese hombre, militante del partido liberal, como yo, cuando me dijo aquí estudia el que tiene con qué pagar, quien no tiene, no estudia aquí. Métase a trabajar, en Bavaria están buscando camioneros. Esas palabras me dolieron, pero no me rendí, sino que fui donde un prestamista, y con plata al interés pagué mi primera matrícula universitaria”, expresó.

Trabajaba y estudiaba, los años transcurrieron y se graduó en Economía, profesión que ejerció en la Oficina de Planeación de la Universidad de Córdoba, donde se pensionó junto a sus amigos entrañables: Demetrio Álvarez Álvarez, (q.e.p.d.) y Jorge Gánem Robles, quien era nada más y nada menos que el rector de dicha alma mater cuando Mestra se tituló en educación superior.

Al salir pensionado, tras 22 años de trabajo en la Universidad de Córdoba, empezó otra lucha, la más satisfactoria según él, constituir CECAR, la Institución donde ha sido rector en varias ocasiones, secretario general y presidente de junta directiva.

A sus 85 años, afirma que lo llena de emoción ver cómo ha crecido la universidad que fundó, en donde dos de sus hijas también trabajan: Adriana y María Constanza, dice con su voz pausada, que jamás ha dejado de luchar y que decidió contar su historia para que los estudiantes no se rindan por alcanzar sus sueños, sino que visionen un futuro grande, que no es fácil, pero tampoco imposible, como siempre se lo recalcó su progenitora, Clodomira Díaz, mamá coyo, como cariñosamente se le conocía.